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EPULÓN

9/29/2013

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Un alma arruinada

Epulón no es nombre propio, sino adjetivo. Significa “comelón”, pero suntuoso, refinado. Como personaje, es famoso el del evangelio, que el Papa Benedicto XVI describe como “un alma arruinada por la arrogancia y la opulencia, que ha cavado ella misma un foso infranqueable entre sí y el pobre: el foso de su cerrazón en los placeres materiales, el foso del olvido del otro y de la incapacidad de amar” (carta encíclia Spe salvi, n. 44).

Cristo al centro

Hoy hay todavía muchos Epulones en el mundo, que no ven más allá del umbral de su casa y sus cosas. Por fortuna, hay también ricos anti-Epulones. Conozco varios, aunque describo aquí sólo a uno. Se llama Peter Freissle. Nació en Sudáfrica, pero emigró a los Estados Unidos. Dueño y director general de su empresa, por años llevó una vida muy lujosa, pero también muy estresada. Un día aceptó la invitación a un retiro de fin de semana, pensando en desconectarse y descansar. Además de ropa, empacó revistas de Golf y Automovilismo. No sabía a lo que iba. Era un retiro espiritual, de silencio y oración, en el que inexplicablemente Dios entró en su corazón y lo transformó.
El lunes reunió al equipo directivo y les comunicó su decisión de cambiar la misión y visión de la empresa. Ahora sería una empresa “Cristo-céntrica”: Cristo al centro de las decisiones, de los esfuerzos, de los riesgos y, sobre todo, del trato a los empleados, que pasaron a ser la prioridad en la empresa. Cualquiera que tuviera una crisis personal o matrimonial por algún vicio, en lugar de ser corrido sería atendido, incluso en clínicas especializadas, mientras su familia percibiría íntegro su sueldo. “Son ‘mis almas’; sus problemas son ‘mis problemas’”, explicaba Peter a su equipo.

Una tarjeta de presentación

Anunció además a los directivos que sus nuevas tarjetas de presentación incluirían en el reverso el ideario de la empresa, centrado en Cristo. Pensaron que se había vuelto loco. Pero mientras fuera sólo eso, estaban dispuestos a “seguirlo”. Y así fue hasta que su “coherencia cristiana” puso en peligro la vida de la empresa.
Peter debía viajar a Indonesia, a renovar el contrato con su principal cliente; un musulmán que representaba el 30% de sus ventas. Durante el vuelo, uno de sus directivos le dijo al oído: “Ni se te ocurra darle tu tarjeta al musulmán”. Por primera vez Peter captó el riesgo del nuevo perfil de la empresa; la advertencia era sensata. Pero también sintió en su corazón que no debía ocultar nada. Así es que, contra el parecer del equipo, se presentó ante el musulmán, le tendió la mano y le ofreció su tarjeta. El musulmán la tomó, la miró por el anverso y la dejó sobre la mesa. Peter pudo respirar. Charlaron brevemente sobre la renovación del contrato, y Peter se fue a su hotel. Dos horas después recibió una llamada de la oficina de su cliente, que lo citaba con todo su staff a una reunión anticipada. Al llegar, el musulmán lo esperaba también con todo su staff, y la tarjeta en la mano. “Hemos leído lo que está escrito aquí –le dijo–. Nos sorprendió el hecho de que ustedes, sabiendo que somos musulmanes, nos mostraran su ideario y misión como empresa cristiana”. Peter y su equipo sudaban frío. “Una empresa así de transparente y coherente siempre da confianza –continuó–. Hemos decidido no renovar el contrato sólo por tres años sino “ad vitam”. Peter no podía creerlo. Su equipo, menos. Era el camino correcto.

Hacia una nueva visión de la fe en la empresa

Peter dedica hoy el 30% de su tiempo a compartir su experiencia, mostrando con gráficas cuánto ha crecido su empresa desde que se comprometió con Cristo. Ojalá muchos empresarios asuman, como él, un perfil más cristiano, más coherente con la fe que profesan en la iglesia. Los empleados, los clientes, los proveedores, el entorno natural y social, y sin duda la misma empresa, saldrían ganando.
Quizá las escuelas de negocios no enseñen estos estándares. Pero ciertamente, podrían ya empezar a incluirlos en sus libros de mejores prácticas. Yo le pido, mientras, a María, que vele por el corazón de todos los que tienen una o varias empresas, para que le den más espacio a Cristo y hagan una experiencia como ésta.



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