CONTAR HASTA UNO
P. Alejandro Ortega Trillo, L.C.
“Bastaron tres segundos”. La escritora española María Vallejo-Nágera cuenta así su conversión. Todo se detuvo. Los tres segundos se hicieron una eternidad sin tiempo; o, mejor, un instante gigantesco en el que cupo de golpe toda su vida, bajo la fulgurante luz de un Amor desconocido.
Hija del reconocido psiquiatra y escritor, Juan Antonio Vallejo-Nágera, María vivió una fe de infancia y juventud bastante tibia. Alta y hermosa, fue modelo a los 18 años. Casada a los 25, durante su primer embarazo escribió su primer libro. Una novela, que puso a concursar y ganó el quinto lugar del prestigioso Premio Planeta. De pronto María se convirtió en celebridad y promesa literaria.
No era atea. Pero su religiosidad era más social que vivencial. Su marido, un alto ejecutivo de la firma Goldman Sachs, fue transferido a Londres. María hizo allí no pocas amigas. Una de ellas la convenció de ir en peregrinación a Medjugorje. Y fue ahí donde, tras una Misa bastante distraída –hasta su amiga había tenido que llamarle la atención– y mientras pensaba en los zapatos que compraría de regreso a Londres, sintió de repente una necesidad imperiosa de alzar los ojos al cielo. Así empezaron aquellos tres segundos.
No fue una revelación, ni una aparición, ni una locución, ni un éxtasis. Fue un ver toda su vida en un instante, desde los ojos de Dios. “Dios no es un fiscal –explica María–. Lo que casi me mata en ese momento fue todo el amor que me cayó encima… En esos tres segundos entendí todo; porque cuando estás con Dios, bastan tres segundos para entenderlo todo”.
Un segundo después todo volvió a la normalidad. Ella, sin embargo, ya no era la misma. Su alma, antes ciega, ahora veía. Y Dios pasó a ser el Amor por el que valía la pena todo y sin el que no valía la pena nada en esta vida. Obviamente, María adora a su marido y a sus tres hijos –esto lo deja siempre claro–; pero han pasado, en cierto modo, a un segundo plano. Porque, en el fondo, no son “suyos”, sino de Dios.
Así, su conversión no fue sólo un parteaguas en su alma; lo fue también en su vida matrimonial, familiar y social. María dejó de ser una celebridad y pasó a ser la “conversa en Medjugorje”, la esposa y madre diferente, la hermana fanática –al sentir de su hermano ateo–, la amiga incómoda a la que no le atrae más el glamour ni la frivolidad.
La conversión le ha traído infinitas alegrías, pero también incontables sufrimientos. No pudiendo callar –porque el fuego que mete el Señor en el alma de un converso no se puede apagar con nada–, hoy habla y escribe incansablemente de Dios, y también del diablo. Se ha expresado, en particular, contra el aborto, que es “lo más diabólico que hay en la sociedad”, recibiendo en pago ataques y calumnias. Ya ha tenido que cerrar más de una vez su oficina por amenazas de muerte. Por defender al no nacido, María ha experimentado lo que explica el Papa Francisco: “cuando aceptamos de verdad entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y conocer la fuerza de la ternura, la vida siempre se nos complica maravillosamente” (Evangelii gaudium 270).
Antes de su conversión, María apenas sabía algo en materia religiosa. Pero esos tres segundos dejaron en su alma más ciencia divina que la de muchos teólogos. De regreso a Londres empezó casi de cero a estudiar la fe católica. Hoy sabe bastante. Pero su teología sigue siendo muy sencilla. Hablando recientemente a unos banqueros, les decía: “Yo no soy de números, yo soy de letras. Pero sé contar hasta uno; y sólo hay un Dios, sólo hay un Cristo, sólo hay un Espíritu, y vale la pena conocerle; y ese número Uno es lo único que me importa en mi vida”. aortega@legionaries.org Alejandro Ortega Trillo es sacerdote legionario de Cristo, licenciado en filosofía, maestría en humanidades clásicas, conferencista y escritor. Es autor del libro Vicios y virtudes. Actualmente colabora en las oficinas generales de la Legión de Cristo y hace estudios de especialización en Roma.
P. Alejandro Ortega Trillo, L.C.
“Bastaron tres segundos”. La escritora española María Vallejo-Nágera cuenta así su conversión. Todo se detuvo. Los tres segundos se hicieron una eternidad sin tiempo; o, mejor, un instante gigantesco en el que cupo de golpe toda su vida, bajo la fulgurante luz de un Amor desconocido.
Hija del reconocido psiquiatra y escritor, Juan Antonio Vallejo-Nágera, María vivió una fe de infancia y juventud bastante tibia. Alta y hermosa, fue modelo a los 18 años. Casada a los 25, durante su primer embarazo escribió su primer libro. Una novela, que puso a concursar y ganó el quinto lugar del prestigioso Premio Planeta. De pronto María se convirtió en celebridad y promesa literaria.
No era atea. Pero su religiosidad era más social que vivencial. Su marido, un alto ejecutivo de la firma Goldman Sachs, fue transferido a Londres. María hizo allí no pocas amigas. Una de ellas la convenció de ir en peregrinación a Medjugorje. Y fue ahí donde, tras una Misa bastante distraída –hasta su amiga había tenido que llamarle la atención– y mientras pensaba en los zapatos que compraría de regreso a Londres, sintió de repente una necesidad imperiosa de alzar los ojos al cielo. Así empezaron aquellos tres segundos.
No fue una revelación, ni una aparición, ni una locución, ni un éxtasis. Fue un ver toda su vida en un instante, desde los ojos de Dios. “Dios no es un fiscal –explica María–. Lo que casi me mata en ese momento fue todo el amor que me cayó encima… En esos tres segundos entendí todo; porque cuando estás con Dios, bastan tres segundos para entenderlo todo”.
Un segundo después todo volvió a la normalidad. Ella, sin embargo, ya no era la misma. Su alma, antes ciega, ahora veía. Y Dios pasó a ser el Amor por el que valía la pena todo y sin el que no valía la pena nada en esta vida. Obviamente, María adora a su marido y a sus tres hijos –esto lo deja siempre claro–; pero han pasado, en cierto modo, a un segundo plano. Porque, en el fondo, no son “suyos”, sino de Dios.
Así, su conversión no fue sólo un parteaguas en su alma; lo fue también en su vida matrimonial, familiar y social. María dejó de ser una celebridad y pasó a ser la “conversa en Medjugorje”, la esposa y madre diferente, la hermana fanática –al sentir de su hermano ateo–, la amiga incómoda a la que no le atrae más el glamour ni la frivolidad.
La conversión le ha traído infinitas alegrías, pero también incontables sufrimientos. No pudiendo callar –porque el fuego que mete el Señor en el alma de un converso no se puede apagar con nada–, hoy habla y escribe incansablemente de Dios, y también del diablo. Se ha expresado, en particular, contra el aborto, que es “lo más diabólico que hay en la sociedad”, recibiendo en pago ataques y calumnias. Ya ha tenido que cerrar más de una vez su oficina por amenazas de muerte. Por defender al no nacido, María ha experimentado lo que explica el Papa Francisco: “cuando aceptamos de verdad entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y conocer la fuerza de la ternura, la vida siempre se nos complica maravillosamente” (Evangelii gaudium 270).
Antes de su conversión, María apenas sabía algo en materia religiosa. Pero esos tres segundos dejaron en su alma más ciencia divina que la de muchos teólogos. De regreso a Londres empezó casi de cero a estudiar la fe católica. Hoy sabe bastante. Pero su teología sigue siendo muy sencilla. Hablando recientemente a unos banqueros, les decía: “Yo no soy de números, yo soy de letras. Pero sé contar hasta uno; y sólo hay un Dios, sólo hay un Cristo, sólo hay un Espíritu, y vale la pena conocerle; y ese número Uno es lo único que me importa en mi vida”. aortega@legionaries.org Alejandro Ortega Trillo es sacerdote legionario de Cristo, licenciado en filosofía, maestría en humanidades clásicas, conferencista y escritor. Es autor del libro Vicios y virtudes. Actualmente colabora en las oficinas generales de la Legión de Cristo y hace estudios de especialización en Roma.
