
UN VIAJE ESPIRITUAL
P. Alejandro Ortega Trillo, L.C.
Gabón ofrece viajes espirituales para curar adicciones. El ritual incluye la ingesta de iboga –una planta con efectos eméticos y alucinógenos– y promete liberación a los adictos. Todo ello en el marco de una experiencia ritual, el diálogo con el propio mundo interior y la guía de un gurú, quien preside el ceremonial. Algunos han muerto en el intento. Sin embargo, el flujo de peregrinos al país centroafricano habla de una gran necesidad de liberación psico-corpórea y, en el fondo, de salvación.
También la semana santa es un viaje espiritual para curar esclavitudes: es un viaje salvador. Según el diccionario, salvar es librar de un riesgo o de una situación negativa o deplorable; es vencer o superar un obstáculo; es evitar o eludir una dificultad o impedimento; es cubrir una distancia o rebasar una altura, pasando por encima de ella. La semana santa abre con el Hosanna del domingo de ramos, que significa “¡Sálvanos!”, y cierra con la Pascua del domingo de resurrección, “paso” eficaz y definitivo a la salvación.
La semana santa es un viaje intenso. Nos lleva mediante un ágil diaporama espiritual a través del mayor drama de todos los tiempos: la pasión de Cristo. En pocos días, por no decir en horas, cruza nuestra alma un torbellino de vivencias contrastantes: los vítores mesiánicos del domingo de ramos, la lacerante humillación de la flagelación, las espinas y la cruz del viernes santo, el profundo silencio del sepulcro excavado en la roca y la luminosa alegría exultante del sábado de gloria. Los oficios religiosos expresan esta intensidad cambiando de un día para otro, casi sin dejar tiempo a la asimilación de los misterios, el clima espiritual, los cantos, el color y la ornamentación del templo.
La semana santa es un viaje liberador. La experiencia de la liberación depende de la esclavitud que cada uno padece. Para el preso, liberación es salir de la cárcel; para el marginado, ser tomado en cuenta; para el estudiante agobiado, pasar el examen; para el que debe mucho dinero, saldar el adeudo; para el enfermo, sanar; para el que sufre violencia, lograr seguridad y protección; para el adicto, superar la dependencia; para el deprimido, sentir ilusión y optimismo; para el pecador, alcanzar perdón y redención. Esta semana libera del peor de los calabozos: del egoísmo; de esa ceguera de los ojos y del corazón, que no deja ver a los demás ni sus necesidades; esa sordera del oído y del alma, que no deja escuchar la voz de Dios ni la de los demás; esa parálisis de la lengua y del espíritu, que no deja orar ni hablar con o a favor de los demás; esa insensibilidad de la piel y las entrañas, que no deja conmoverse ni sentir compasión por la desgracia ajena. En este sentido, la semana santa se configura como “el paso” de nuestro corazón del antes al después de Cristo, como decía el Papa Benedicto XVI: “El antes y el después de Cristo no es sólo un dato en el calendario de la humanidad, sino también un signo interior, que divide cada corazón. Mientras vivimos en el egoísmo, nuestro corazón está todavía en el antes de Cristo”.
¿Qué harás de esta semana santa? ¿Irás a los oficios religiosos propios de estos días? ¿Irás de misiones a compartir tu fe y tus bienes con los pobres? ¿Irás a descansar a alguna playa, montaña o pueblo mágico? Donde estés, lo que importa es que hagas la experiencia de este “paso” en tu vida, de esta liberación de tu egoísmo, de esta salvación que sana el corazón y llena de alegría y luz el alma. Entonces no hará falta que viajes a Gabón, ingieras iboga y participes en un extraño ritual con un gurú para curar tus esclavitudes. La gracia de Dios te curará. aortega@legionaries.org Alejandro Ortega Trillo es sacerdote legionario de Cristo, licenciado en filosofía, maestría en humanidades clásicas, conferencista y escritor. Es autor del libro Vicios y virtudes. Actualmente colabora en las oficinas generales de la Legión de Cristo y cursa estudios de especialización en Roma.
P. Alejandro Ortega Trillo, L.C.
Gabón ofrece viajes espirituales para curar adicciones. El ritual incluye la ingesta de iboga –una planta con efectos eméticos y alucinógenos– y promete liberación a los adictos. Todo ello en el marco de una experiencia ritual, el diálogo con el propio mundo interior y la guía de un gurú, quien preside el ceremonial. Algunos han muerto en el intento. Sin embargo, el flujo de peregrinos al país centroafricano habla de una gran necesidad de liberación psico-corpórea y, en el fondo, de salvación.
También la semana santa es un viaje espiritual para curar esclavitudes: es un viaje salvador. Según el diccionario, salvar es librar de un riesgo o de una situación negativa o deplorable; es vencer o superar un obstáculo; es evitar o eludir una dificultad o impedimento; es cubrir una distancia o rebasar una altura, pasando por encima de ella. La semana santa abre con el Hosanna del domingo de ramos, que significa “¡Sálvanos!”, y cierra con la Pascua del domingo de resurrección, “paso” eficaz y definitivo a la salvación.
La semana santa es un viaje intenso. Nos lleva mediante un ágil diaporama espiritual a través del mayor drama de todos los tiempos: la pasión de Cristo. En pocos días, por no decir en horas, cruza nuestra alma un torbellino de vivencias contrastantes: los vítores mesiánicos del domingo de ramos, la lacerante humillación de la flagelación, las espinas y la cruz del viernes santo, el profundo silencio del sepulcro excavado en la roca y la luminosa alegría exultante del sábado de gloria. Los oficios religiosos expresan esta intensidad cambiando de un día para otro, casi sin dejar tiempo a la asimilación de los misterios, el clima espiritual, los cantos, el color y la ornamentación del templo.
La semana santa es un viaje liberador. La experiencia de la liberación depende de la esclavitud que cada uno padece. Para el preso, liberación es salir de la cárcel; para el marginado, ser tomado en cuenta; para el estudiante agobiado, pasar el examen; para el que debe mucho dinero, saldar el adeudo; para el enfermo, sanar; para el que sufre violencia, lograr seguridad y protección; para el adicto, superar la dependencia; para el deprimido, sentir ilusión y optimismo; para el pecador, alcanzar perdón y redención. Esta semana libera del peor de los calabozos: del egoísmo; de esa ceguera de los ojos y del corazón, que no deja ver a los demás ni sus necesidades; esa sordera del oído y del alma, que no deja escuchar la voz de Dios ni la de los demás; esa parálisis de la lengua y del espíritu, que no deja orar ni hablar con o a favor de los demás; esa insensibilidad de la piel y las entrañas, que no deja conmoverse ni sentir compasión por la desgracia ajena. En este sentido, la semana santa se configura como “el paso” de nuestro corazón del antes al después de Cristo, como decía el Papa Benedicto XVI: “El antes y el después de Cristo no es sólo un dato en el calendario de la humanidad, sino también un signo interior, que divide cada corazón. Mientras vivimos en el egoísmo, nuestro corazón está todavía en el antes de Cristo”.
¿Qué harás de esta semana santa? ¿Irás a los oficios religiosos propios de estos días? ¿Irás de misiones a compartir tu fe y tus bienes con los pobres? ¿Irás a descansar a alguna playa, montaña o pueblo mágico? Donde estés, lo que importa es que hagas la experiencia de este “paso” en tu vida, de esta liberación de tu egoísmo, de esta salvación que sana el corazón y llena de alegría y luz el alma. Entonces no hará falta que viajes a Gabón, ingieras iboga y participes en un extraño ritual con un gurú para curar tus esclavitudes. La gracia de Dios te curará. aortega@legionaries.org Alejandro Ortega Trillo es sacerdote legionario de Cristo, licenciado en filosofía, maestría en humanidades clásicas, conferencista y escritor. Es autor del libro Vicios y virtudes. Actualmente colabora en las oficinas generales de la Legión de Cristo y cursa estudios de especialización en Roma.